-¿Hablanos un poco sobre ti,
de cómo y cuándo empezaste con tu rumbo artístico? Ese día que dijiste: Acá es
donde quiero estar, esto es lo que hago. (Si es que ese día fue un día o un
momento)
Desde chica siempre tuve mucha curiosidad y admiración por las artes
visuales, el hecho de convivir con mi abuela que padecía ceguera me hizo
apreciar más aun la belleza de las formas y colores, imaginando un mundo sin
luz como una pesadilla.
Cursando 3er año de secundaria tuve la suerte de tener un profesor de
dibujo, con el que aprendí algunas técnicas de volumen y sombreado que utilizo
hasta hoy, más allá del encare pedagógico que tenía, donde incorporaba
conceptos filosóficos sobre creatividad, lo que despertó aun más mi inquietud
por el dibujo y la creación. Desde ese momento empecé a esbozar en mis
cuadernos de liceo mis primeros dibujos con lapicera bic azul, que fue mi primer
amor. Era una sensación liberadora estar dibujando todas esas horas de clase
sentada en el último banco. En el 97 con 17 años, me inscribí en un taller de
fotografía. Allí aprendí desde los conceptos fundamentales de la fotografía
hasta revelado en blanco y negro. Fue una experiencia enriquecedora. Luego de
un tiempo de ensayo y error con la fotografía, seguí mi camino hacia las artes
plásticas, busqué un taller de dibujo y pintura para poder formarme y aprender
sobre la figura humana y el uso de color en mis obras. Concurrí al taller de
Norman Bottrill, un artista muy generoso y paciente que me fue mostrando el
camino en el que estaba enfocada. A los 18 años participé en mi primera y única
exposición, tuvo lugar en las bóvedas de la rambla portuaria junto al artista
Marcelo Silva. En esa época comencé una gira por distintos centros educativos: Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, abandonando en primer año
ya que mi ansiedad me llevó a ir a algo más específico, comunicación visual y
diseño gráfico. Apliqué para una beca parcial en la carrera de diseño gráfico
en la universidad ORT en la cual transité 2 años y medio, fui a la UTU de artes
gráficas, incursioné en impresión offset, comencé filosofía en humanidades,
siempre con muchas inquietudes y poca perseverancia, pero en el fondo siempre
había algo que me hacía volver a las artes plásticas, por lo que decidí a
entrar en la Facultad de Bellas Artes. Poco tiempo después por motivos
personales, como lo son mis mellizos y mi hija más pequeña no pude continuar. Siempre
pienso que voy a ser una de las viejas felices de Bellas Artes, en cuanto pueda
volveré. Ahora a mis 37 años y luego de una batalla conmigo misma por no
dejarme ser artista, estoy retomando el proceso de comprometerme nuevamente con
la creación artística y tratando de definirme como tal.
- Es fácil reconocer cuando una obra es tuya.
Contanos un poco sobre ellas, qué libertad te brinda tu estilo
y técnica, como logras desarrollar esa estética tan definida.
Lo que me llevó a ir formando mi estilo propio, fue el conocimiento del
concepto de “automatismo psíquico”, que Breton estudiando a Freud difundió y
aplicó en la corriente del surrealismo. Freud lo planteó como una forma de
expresión escrita en la cual uno escribe sin los filtros o represiones de la razón,
de la moral o de cualquier tipo, dejar que fluya el subconsciente directamente
al papel, no corregir no reprimir. Esto me abrió una puerta a comenzar a
desarrollar mi forma de expresión que luego devino en mi impronta estilística.
Cuando comienzo una obra no sé qué voy a hacer, simplemente lo hago, no de un modo
fiel al automatismo psíquico porque voy mirando cada tanto y encaminando,
orientando la obra según me plazca y luego me dejo llevar otro rato por el
frenesí del automatismo.
- Esta es una pregunta con varias aristas pero creo que aporta mucho en cuanto define tu perfil como artista ¿Qué es para ti el Arte y qué puede generar y aportar en la gente? y sobre todo en vos, en tu manera de vivir y sentir a través de ello.
Hablar de arte me hace pensar
en que voy a decir cualquier cliché que ya se dijo mil veces, pero bueno, ya que
lo preguntas te cuento que para mí es una forma de no enloquecer, de poder
liberar ese grito atragantado que tengo, ese demonio con tentáculos oscuros que
a veces se aferra a mis huesos, a mis órganos, lo imagino como algo parecido al
Cthulhu de Lovecraft que si lo defino en una palabra sería miedo. Pinto porque
tengo miedo, y es una de las emociones más fuertes y un modo de supervivencia.
El arte para mi es una forma de sobrevivir emocionalmente. Por otra parte el
arte en cuanto espectadora no hay palabras, cuando estas frente a una obra que
te genera cosas, no hay mucho que decir, es una experiencia indefinible que
deviene en alivio, en admiración y en muchas otras cosas, que hacen que uno se
sienta agradecido por haber logrado esa experiencia de conexión principalmente
emocional y algunas veces intelectual, en una reflexión o investigación
posterior. Siguiendo con esa línea de pensamiento, lo que creo que puede aportar
en la gente, es eso, conexión, sentir que alguien puso ahí en una imagen algo
que te conecta, que te genera algo intenso. Es más, una de las mejores críticas
de arte que recibí, fue la de una niña de 6 años quien al mirar un cuadro que
pinté hace bastante tiempo y que tengo en casa, me dijo: “ese cuadro es
espantoso”, y me generó una alegría inmensa que ella se conectara con tanta
intensidad que le provocó ese comentario tan definido y honesto.
- Muchisimas gracias Gabriela. Para terminar, qué nos
podrías contar sobre tu participación, a través de tu arte, en el proyecto de
“Cuentos Malditos”?
Cuál fue el abordaje para
representar con tu Arte, estos relatos heterodoxos y casi asfixiantes,
primer trabajo de Claudio Alonso, del cual estamos más que ansiosos de poder
leer, ya que como sabrás es un hombre de la casa.
Esta experiencia fue algo inesperado y
maravilloso a la vez, Claudio encontró en mi estilo una estética que eligió
para acompañar sus cuentos y de todo el material que le mandé fue seleccionando
entre algunas de mis obras viejas y nuevas, las que sintió que iban con esos
relatos. La consigna no fue ilustrar a partir de mi interpretación de su obra, sino al revés. Y logra un efecto extraño ya que veo mi ilustración y luego leo
el relato tratando de imaginar por qué lo eligió. Ahora estamos trabajando en
nuevos proyectos en los cuales a partir de sus cuentos, dejo fluir lo que me
generan sus relatos, en imágenes. El último relato de Claudio, me dejó
llorando, un poco trastornada y de toda esa carga emocional surgió una creación
muy intensa a mi modo de ver, la realicé volviendo a mi primer amor en cuanto a
técnica de bic sobre papel con total libertad expresiva.
Por acá me despido, muy agradecida de
participar en este espacio de Montevideo Étnico y de coincidir en tiempo y
lugar con ustedes.